No pudo hacerlo vestido de corto y toda la afición deseaba despedirle como lo que es, una auténtica leyenda del fútbol mundial y que quiso acabar su carrera entre nosotros. David Silva recibió ayer la ovación de todo el Reale Arena y, sin ningún género de dudas, el reconocimiento de cualquier aficionado al fútbol que disfrutó, durante casi dos décadas, de su talento para hacer de este deporte algo más bello si cabe.
En los tres años que ha permanecido con nosotros nos hizo reír, disfrutar y asombrarnos con sus controles, sus pases filtrados, sus regates en baldosas y toda su magia. Anoche jokin Aperribay le impuso la insignia de oro y brillantes del Club en agradecimiento por todo lo que nos dio. Podremos decir con orgullo el resto de nuestras vidas que David Silva fue uno de los nuestros. Gracias por todo, Mago.